domingo, 4 de noviembre de 2012

Un niño de corta edad se encuentra en la frontera que enfrenta a dos naciones. A su alrededor sólo hay una nube de destrucción y los ecos de las pisadas de los que un día pisaron fuerte para vencer y la suerte no estuvo de su lado. En una palabra, caos. Sus pupilas que podían decirlo todo, ahora enmudecen. No sabe expresar de manera lógica lo que sucede en ese mundo de adultos completamente roto. Ve cómo la vida de una humilde persona se reduce a la bala de una pistola y que cuando aprietan el gatillo tienes unos malditos segundos para recopilar todo aquello que quieres que perdure más allá de tu muerte, un golpe seco. No entiende por qué tiene que estar solo en el mundo, por qué un conflicto político a tenido que acabar con sus superhéroes, su familia. De sus ojos no brota ni una indefensa lágrima.


Observa al otro lado a un niño de más o menos su edad, de apariencia más o menos similar a la suya y con la mirada cansada. Le mira curioso y él le responde la mirada. No puede pronunciar palabra. Probablemente si le descubre su bando, le dispararán, así que sólo lo observa. Tiene mucho que decirle. Tiene muchas voces en su interior que pujan por distorsionarse a la vez. Probablemente conversaría con él del tiempo, de lo poco que sabe de política y de sus juegos parecidos, en verdad no tendría mucho que contarle. El niño estaba cavilando en lo mismo, sus expresión lo demostraba. Ambos se levantaron al tiempo. Es el espejo de la guerra, el que está al otro lado probablemente sea alguien como tú, o tu mismo.




jueves, 25 de octubre de 2012

No comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia... 
                                                                           
                                                                                                           Carta jefe indio Seattle

jueves, 19 de abril de 2012

No quedan príncipes azules



Me siento como si hubiera tomado la pócima empequeñecedora de Alicia en el País de las Maravillas, o tal vez le hubiera propinado un mordisco con ganas a la manzana de Blancanieves. Sea como sea, esto es el mundo real. Aquí no hay cuentos que finalizan con los protagonistas comiendo perdices; aquí hay 3x2 y ofertas, y problemas para llegar a fin de mes. Probablemente, si los siete enanitos viviesen estos tiempos que corren, no podrían cantar en fila mientras terminan una jornada de trabajo; porque, lo más seguro, es que formasen parte de otra cola, la del paro. Ni Gepetto, habría creado a Pinocho; ni Cenicienta calzaría zapatos de cristal, la historia sería distinta con zapatos de mercadillo. Heydi no podría corretear por los valles que están siendo víctimas de talas masivas e incendios provocados, ni la Sirenita podría surcar los mares sorteando la basura y los líquidos nocivos que se vierten a los océanos. A los niños de hoy en día ya no se les asusta con el ''que viene el coco'', ni les afectaría el fin de la serie de Doraemon; no. Hoy, lo que más les preocupa es tener el móvil bien cargadito y con cobertura para poder mandar ''What'sapp'' a alguien a quien probablemente ni saludan por la calle. Hoy, nos hacemos mil cuentas que nos encubren la personalidad, cuando deberíamos abrir una en una vieja red social llamada ''VIDA''. Se dedican a resolver conflictos en la ''play'', cuando los más importantes surgen cuando apagan el aparato, ahí fuera. 

I believe you

Quiero pisar el acelerador de este vehículo llamado ''vida'', quiero ser el accidente que te pare. Quiero ser ''la chica de la curva'' en tu viaje de la vida, para morirnos de amor cada vez que decides recorrer la carretera de mi cuerpo. No quiero viajar en tu maleta, quiero ser tu equipaje de mano, que me lleves siempre. Quiero comprobar que todos los caminos llevan a Roma, quiero dar la vuelta al  mundo no en ochenta días, sin prisa, queda el resto de una vida contigo por delante. Quiero ver a turistas en las mismas circunstancias, ver el amor en otros rostros, que se funde en palabras de otro idioma. Quiero ver ondear la bandera del amor, aquella que no entiende de nacionalidades ni de conflictos políticos sin resolver. Tú y yo tenemos un trayecto muy largo, sin billete de ida y ni de vuelta. Cuando no se sabe que va a empezar algo, se tiene la certeza de que nunca va a terminar.

viernes, 13 de abril de 2012

Tú y yo.

Hecho de menos esos momentos de risas sin freno junto al que siempre fue mi apoyo en los malos momentos, pero me entristezco al pensar que esos momentos se esfuman sin mas, cada vez más escasos, temo por su estancamiento. Comportamientos que no entiendo está dejándose llevar y lo único que quiero es que no sea hasta el final, un simple mensaje sería fenomenal para entablar de nuevo nuestra amistad. Quiero revivir aquellos momentos y espero que todo lo que dice sea cierto y no caiga tan bajo que olvide nuestros recuerdos. Solo intento no perder lo que más quiero, no es egoísmo, sino mucho cariño. A tu lado soy yo misma y solo conozco la sonrisa, a tu lado no hay peligro, eres especial y quiero que lo sepas ya. Y ahora se que nada de esto puede terminar, porque sin ti yo no tendría felicidad.

Distancia

Cuando un amigo se encuentra lejos de ti comprendes que el mundo no es tan sencillo. La distancia condiciona nuestras vidas y rompe muchas relaciones que se van olvidando poco a poco. Quisiera poder estar en todos los lugares, porque mientras se mantienen lejos tengo miedo al olvido.



sábado, 31 de marzo de 2012